martes, 31 de julio de 2012

Doble Traición Capítulo 02


Lleno de sangre

Mira bien.... ¿los ves?... – le dijo Filch, jadeando, mientras jugaba con aquellos instrumentos, separándolos por orden de preferencia. - Algunas de estas preciosidades están muy afiladas, yo mismo las pongo a punto, son mis favoritas. Hay otras a las que he descuidado, y ni siquiera están afiladas ni limpias.... Jejejeje... Pero estoy seguro de que harán su trabajo. Esta noche lo comprobaremos.. ¿De acuerdo? Y así sabrás que lo que has hecho merece un castigo ejemplar... mwjuajuajuajuajua... -

Filch rió tenebrosamente, con ganas, mientras su sonrisa mostraba una boca desdentada, en la que la mayoría de piezas estaban ennegrecidas o medio rotas.

Ron abrió los ojos desmesuradamente. Filch estaba completamente loco, se comportaba como un maníaco obsesivo, preparandose para.... ¿para QUÉ?

Quería gritar, aullar, pero su garganta estaba demasiado irritada, ya había probado a gritar con toda la fuerza que sus pulmones le brindaban, y fué para nada ; nadie le escuchó, y él acabó ronco y con la garganta irritada.

Tenía miedo, muchísimo. Parecía que Filch iba en serio, que iba a herirle... no podía creerlo, tanto tiempo pensando que Hogwarts era seguro y al final, la maldad estaba dentro... ¿Nadie se había percatado?... Confió en equivocarse, o en que tal vez sólo quisiera jugar con su mente, hasta ver cómo se derrumbaba.. o se volvía loco.

Pero pronto comprobó que Filch no se lo tomaba como un juego.

Lo puso de pie, colocando una argolla alrededor de su cuello, dejándolo sujeto al muro, mientras que con las piernas sujetaba las del chico, para que no se atreviera a patearle. Le pasó más argollas, dos en las rodillas y dos en los pies, dejándolo totalmente inmóvil.

Qué.... ¿QUÉ piensas hacer?... ¡¡Dumbledore te echará del colegio si me tocas!! ¡¡Y te mandará a Azkaban, donde los dementotes se comerán tu vida!! – le gritó a media voz Ron, temblando ante un Filch que sonreía ante lo que le esperaba.

Jejejeje... No te preocupes... ¡¡NO te ENCONTRARÁN!!.... Te lo aseguro..... MWJUJUAJUAJUA.... Si no hay nadie que pueda acusarme injustamente (- porque sería injusto, tú te lo has buscado -) nadie puede quitarme esta vida...-

Ron palideció al oírle decir eso. ¿Qué no le iban a encontrar?.. Qué... ¿Qué quería decir eso? ¿Qué iba a hacerle?.... Iba a... ¿A MATARLE?

Su pecho se movía con desesperación, intentando abarcar aire fresco, sentía que se ahogaba.... Pero no sería nada comparado con lo que el celador pensaba en hacerle.

Se adivinaba en su demente mirada, el brillo innatural de sus ojos y la cara, como un libro abierto.

Filch cogió una especie de cuchillo, que parecía nuevo y muy afilado, y lo acercó a la cara de Ron, que lo miraba con ojos desorbitados.

¿Porqué me miras así?... No me gustan tus ojos.... – y sin mediar palabra, le asestó una puñalada en la córnea, arrancándole el ojo de cuajo, con un ruido sordo, parecido a un gorgoteo. La sangre manaba y Filch acercó su boca a la córnea vacía, sorbiendo la sangre, roja y caliente.

Un alarido salió de la garganta de aquel pobre chico, que intentaba deshacerse como podía de las ataduras que lo mantenían clavado en la pared.

Filch se apartó de Ron, limpiándose con la manga la sangre que caía de sus labios cortados.

Jejeje... no vuelvas a mirarme, chico, ¿lo has entendido?... – y se dirigió hacia el maletín, dejando el cuchillo y cogiendo unas tijeras sucias de moho y orín. Se notaban viejas y habían perdido su filo, aún así el celador las cogió sonriendo con malicia, y se aproximó al joven Gryffindor, que aún no se había recuperado de la agresión. Sollozaba con la vista nublada, mareándose con el olor de su propia sangre.

Filch apoyó la mano de Ron en el muro, desplegada, para dedicarse a sus dedos, que cortó uno por uno con dificultad, mientras no dejaba de hablarle.

... Uno... por haber cogido ese libro sin permiso... Dos... por tener la intención de robarlo.... Tres... ¡¡¡¡por haberme arañado antes!!!!.... Cuatro... por dejarme sordo con tus gritos.... Cinco.... Porque me das asco y no te soporto... ¿Ves? Es mucho mejor que si te hubiera colgado del techo por los pulgares... como hacíamos antes.... Qué inocente era... ¡¡Con lo divertido que es ESTO!! – dijo mientras le clavaba las tijeras en la palma de la mano, dejándosela clavada en el muro.

Ron estaba casi demayado del dolor y la pérdida de sangre. Lloraba por acabar así, sin decirle a Hermione cuánto la amaba o pedirle perdón a su amigo Harry por la discusión que habían tenido horas antes, por sus celos.

Filch cogió un cuchillo de hoja tan grande como el ancho de una mano, imaginando qué hacerle en su vientre, de piel pálida y suave....

Los aullidos del chico sonaron crispados, roncos, casi sin vida.... Y el silencio, poco a poco, se adueñó de la celda, mientras la risa nerviosa de Filch llenaba sus oídos.

Vaaamooos... aún no se ha acabado... no sea niña, weasley, usted puede hacerlo mejor... -

Pero Ron no respondió, su cabeza, ladeada, mostraba un rostro pálido, sudoroso y ensangrentado, los mechones de pelo le caían suavemente sobre la cara, y sus labios sin color eran una simple línea en su rostro.

Está bien... pues voy a esperar a que despiertes... Porque despertarás... ¿verdad? – se preguntó Filch mientras observaba el cuerpo maltrecho y mutilado de Ron, que caía sin vida. - ¿estás... estás muerto? ¿En serio? – murmuró Filch, lamiéndose los labios, gozando el dulce sabor de la sangre. – pues.. como ya he dicho... no vas a dejar rastro.... Porque vas a desaparecer... ¡¡en mi estómago!!.. mwjuajuajuajua.. –

Filch le quitó las argollas, y el cuerpo cayó a plomo al suelo, sobre un charco de agua, sangre y orín.

Snape, mientras, se había dirigido al despacho de Dumbledore, esperando encontrar al decrépito profesor. Nadie se había cruzado con él, y se alegraba por ello, porque así no debería dar ninguna clase de explicación.... Pues había llegado la noche en la que Hogwarts sería suya enteramente.... Y Dumbledore moriría...

Rió para sus adentros, sabiendo que no iba a ser tan fácil de roer como el maldito weasley, pero el señor tenebroso le había dado un nuevo poder, y estaba seguro de que esta vez lo conseguiría. Además, aunque Dumbledore siempre había sido el más astuto y poderoso, había llegado a un punto en el que él se había convertido en un mísero vejestorio, un anciano que empezaba a perder la cabeza en cualquier esquina... y sus años de espera habían valido la pena....

Al llegar a la estatua que guardaba la entrada secreta del despacho del director, dijo las palabras mágicas, y subió los peldaños lentamente, mientras la escalera giraba en torno a sí misma.

Dumbledore estaba sentado en su escritorio, con el pensadero entre sus manos, con los ojos entrecerrados, traspasando recuerdos a aquella urna llena de una esencia albina que giraba y giraba como un remolino.

Snape se acercó a Dumbledore, sabiendo que se había percatado de su presencia, y al llegar a su altura, sacó la varita con un gesto rápido, lanzándole un crucio al anciano, que al ser cogido por sorpresa, le dio de lleno.

El pensadero cayó al suelo, haciéndose añicos y dejando escapar unas finas hebras de algo parecido a un líquido, que se filtraba por las rendijas del suelo, mientras Dumbledore se retorcía en el suelo ; Snape lo maldijo tres veces más, sin dejarle siquiera tiempo para respirar, y el anciano cerró los ojos agotado al tercer impacto consecutivo, se le escapaba sangre por la boca, y no se le oía respirar.

Snape se sentó en la silla del director, y postró las piernas sobre la mesa, riendose a mandíbula batiente, disfrutando del mal que acababa de producirle a ese energúmeno que tenían por director.

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