miércoles, 1 de agosto de 2012

Amore Mío 1




Tsukasa cerró los puños y apretó los dientes con fuerza, provocandose una herida en los labios.

Vió marchar a Tukushi, llorosa y frágil, pero no la detuvo. ¡No PODÍA!... Maldita sea... maldita aquella mujer sin sentimientos ni alma... que se pudriría en el infierno, arrastrando a cualquiera a su paso. ¿Esque no podría ser feliz jamás ?

Caminó a grandes zancadas por la sala, enorme, vacía, que devolvía el eco de sus pisadas...

Un taconeo reverberó en la sala, y dió media vuelta sobresaltado y a punto de saltar.

Su madre, Kaede, la bloque de hielo, le miraba triunfal, relamiendose los labios como una gata en celo.

- Así me gusta... que dejes a esa pordiosera en su sitio.

Alguien de nuestra categoría no puede estar junto a una mojigata como ella. - se cruzó de brazos frente a su hijo, que la miraba aterrado y asqueado.

- Quieres pegarme? - preguntó melosa - Jé... hazlo, venga, si esque tienes lo que... jé... - se rió con ganas, devolviendo a su hijo una mirada feroz.

- Sea como fuere, me encargaré de acabar con los restos de tu "amiguita"... para que, aunque la vayas a reencontrar, ya no pueda ni responderte... - le miró con ojos de diablesa - bajo cuatro palmos de tierra, ella jamás podrá volver a molestarte.

Un bofetón se marcó en la mejilla de la mujer.

Tsukasa había perdido los estribos, y ahora ya no le importaba absolutamente nada.

- Intenta hacerle algo, madre, y te aseguro que mi cara será la última que veas... cuando acabe yo mismo con tu PUTA vida! - le arreó otra bofetada, con tantas ganas que la tiró al suelo, y dió media vuelta, echando a correr.

- Desgraciado... ¿te crees que esto puede detenerme? Sólo me has hecho cosquillas... y te arrepentirás... - siseó, tocándose con la yema de los dedos la comisura de los labios, y notando el sabor amargo y a hierro de su propia sangre. - Aunque seas mi hijo...

Amore Mío 2



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