miércoles, 1 de agosto de 2012

Remordimientos



Hermione seguía de pie en el umbral del dintel de piedra, sin saber si echar a correr y buscarlo o darse la vuelta y abandonarlo todo al tiempo.

Draco seguía boqueando, intentando llenar sus pulmones con aire, que no recibían casi aliento.

Manetnía los ojos abiertos a duras penas, sin poder enfocar eficazmente la vista ; la nariz le dolía terriblemente y la sangre, medio seca, le mojaba los labios, dejándole un desagradable sabor, que quería desterrar a toda costa lo más pronto posible.

Sin resuello, caminó tambaleante hacia la chica, que temblaba como una hoja ; casi parecía que iba a resquebrajarse ante su mirada, y la rodeó con sus brazos al llegar a su altura, como queriendo convencerse de que la mujer era real.

Hermione se sobresaltó al contacto del chico, que respiraba a duras penas y sin quejarse ni un solo momento por el dolor, cosa que también le sorprendió, pues raco acostumbraba a hacer demasiado teatro por cualquier nimiedad.

Se giró inmediatamente, cogiendo entre sus manos la cara pálida, rota y sucia, y le besó en la mejilla con lágrimas en los ojos, sin saber qué pensar de todo aquello ni cómo demonios comportarse.

Draco sintió la vacilación de Hermione, pero estaba demasiado cansado como para hablar con ella o intentar convencerla, así que se limitó a dejarse caer sobre la chica.

Recostó su frente sobrela mejilla llena de lágrimas de la joven, y la abrazó aún más fuerte, sintiendo que todo empezaba a dar vueltas y, por un momento, tuvo que sacar fuerzas de flaqueza para no desplomarse allí mismo.

-Oh... ¡¡Lo siento mucho!!... ¡¡Vamos a la enfermería para que te curen!! ¡¡No puedes andar por ahí con tan mal aspecto!!... - le dijo Hermione al tiempo que pasaba uno de sus lánguidos brazos sobre sus hombros, para que se apoyase y poderlo llevar hacia la enfermería.

Renqueante y hediendo a sangre, andaron tranquilamente por los pasillos, sin preocuparse de que ojos ajenos los pudieran observar, ya que estarían aún en la fiesta.

Llegaron sin contratiempos a la sala repleta de camillas, con algún que otro paciente con intenso dolor de estómago, provocado por la ingesta masiva y sin control de todo tipo de comida ; o como comunmente lo llamaban : Empacho de golosinas.

La señora Pomfrey, que se turnaba con la profesora McGonagall aquella noche, los recibió preocupada, llena de preguntas a las que daban vagas respuestas.

Hermione, como siempre, habló elocuentemente, convenciendo a la mujer de que no había sido más que un tonto batacazo con la escoba desde una altura de unos 30 metros.

La señora Pomfrey le dedicó unos minutos y, al poco, Draco volvía a ser el de siempre, aunque aún seguía débil.

- Señorita Granger, creo que debería dejar descansar al joven Malfoy, no es recomendable para él ningún tipo de estímulo ahora mismo - dijo sonriendole alegre, y los dejó allí solos,dirigiendose hacia otro paciente, al que le solucionó su empacho en un abrir y cerrar de ojos.

El muchacho, con las mejillas sonrosadas y muy aliviado, le dió las gracias y se marchó corriendo, no sin antes prometerle que no volvería a excederse de aquella manera.

Sonrió para sí otra vez, y salió de la habitación, entrecerrando la puerta con despiste, dirigiendose hacia una pequeña habitación al lado de la sala de pacientes.

Habían improvisado aquella sala para no molestar a los pacientes y dejar que descansasen, y para que a quien le tocara hacer guardia pudiera estar algo más comodo que sentado en una silla al lado de la puerta.

Así que se dejó caer en el sillón, con una taza de cacao que acababa de aparecer ante sus ojos, y, relajandose, fué cerrando losojitos de botón que tenía, a cada sorbo del dulce caliente, hasta que acabó dormida profundamente, sin poder prestar atención a lo que podría ocurrir...

Draco entrecerró los ojos, sin dejar de mirar a Hermione, que se sentía cada vez más culpable.

Intentaba que su cara no reflejara su estado de ánimo, así que se puso en pie, dándole la espalda y escondiendose de aquellos ojos extraños.

Respiró hondo, y dibujó una sonrisa forzada en su rostro, con la que se despidió de Draco.

- Mejor me voy, tienes que descansar un poco. - le dijo sin mirarle, mientras alargaba la mano para asir el biombo de papel y estirarlo para que pudiera descansar mejor.

Al hacerlo, no se percató de que se inclinaba sobre el chico, que no perdía detalle de aquella situación ; el cuerpo cálido de la chica casi sobre el suyo, regalando a su vista desde aquella posición más de lo usual, era más de lo que podía soportar en aquellos momentos.

Sentía una desazón en su interior, una tristeza y un deseo tan intensos que anulaban su conciencia, y le llamaban a gritos a actuar sin pensar.

Sin pensarlo dos veces, tió del brazo más próximo, haciendole perder el equilibrio por completo, y, tal y como cayó, a plomo sobre su pecho, le dióla vuelta, encajándola sobre la almohada y atrapandola entre el colchón y su cuerpo, que ardía ansioso.

Hermione se asustó de tal forma que dejó escapar un grito, que alertó a quien pasaba lentamente por allí como un alma en pena, y que asomó la cabeza para ver lo que sucedía.

- ¿Qué haces? ... ¡¡Déjame en paz!! ¡¡Suéltame!! - le gritó, repentinamente asustada.

- ¿Qué pasa, Granger? ¿Acaso no quieres seguir con lo de antes? Bien que te gustaba... ni tu cuerpo ni tu boca me decían que no... -

Algo cayó con estrépito, y Hermione aprovechó aquellos segundos de distracción para zafarse del rubio, al que dejó sin más prostrado en la camilla.

Salió corriendo de la habitación, abriendo la puerta con violencia, y sin mirar atrás, se dirigió hacia su habitación, donde, sola, rompió a llorar desconsolada, sintiendo que en poco tiempo había destrozado dos, tal vez tres vidas.


Capítulo 12 Parvati

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