miércoles, 1 de agosto de 2012

Amore Mío 5



Tsukasa ni se dió cuenta de cómo hundían en su costado la hoja de una navaja, tal era su rabia.

Agarró al inconsciente que había intentado herirle, y volvió a hacer lo mismo que con el otro, que yacía aún en el suelo, inconsciente.

Empotró una y otra vez la cara de aquél energúmeno en la arena, hasta que sus ojos quedaron en blanco, y, de un codazo, se sacó de encima al niñato que había intentado pararle.

- O te estás quieto o te rompo el cuello, desgraciado! - gruñó abruptamente al tipo, que cayó al suelo de espaldas y prefirió dejar correr la venganza. Ése tipo daba verdadero miedo, y no tenía ganas de acabar como aquellos...

- Para una maldita vez que me atrevo a follarme a una zorrita desconocida... - gruñó entre dientes.

Tsukasa se quedó quieto, casi como si no hubiera escuchado a aquél desgraciado, salvo que le brillaron los ojos con un brillo asesino... se giró sobre sí mismo poniendose en pie, y,

de la patada que le propinó en la cara, le destrozó la mandíbula.

- JÓDETE! - gruño Dômyoji, y cogió con todo el mimo del mundo a Makino, que sollozaba incontroladamente, a pesar de que estaba profundamente desvanecida... su cuerpo daba pequeñas sacudidas, y Dômyoji odió en aquél momento todo su mundo ; no había podido proteger a lo que más quería...

Se dirigió corriendo hacia una calle concurrida, y cojió el primer taxi que vió pasar, parandole con un potente silbido.

- Al hospital más cercano, ¡deprisa! - espetó, sin dejar de acunar a su chica, temblando aún de rabia y de tristeza.

- Estrangularé a la vieja... esto no hubiera pasado si no la hubiera dejado ir sola! -

El taxista se ganó una buena propina, pues hizo bien su trabajo, no había pasado ni diez minutos que ellos ya estaban a las puertas de un gran hospital.

Con la cara desencajada y pálido como una sábana, entró corriendo en urgencias, armando un gran escándalo al ver que no les atendían rápidamente.

- ¡No me IMPORTA que haya más gente en espera! ¿Esque no sabe quién demonios soy? ¡Mi familia ha donado mucho dinero para su maldito hospital, así que o nos atiende o les juro que les hundo! - gritó a grito pelado, con cara de morderles a todos.

Tras unos murmullos y gritos de sorpresa y pavor por reconocer al joven desencajado, cojieron a la chiquilla, depositandola con cuidado en

una camilla y llevandola a una sala para examinarla.

Pasó un tiempo, en el que Dômyoji, pálido y demacrado, se mordía el puño, intentando no montar otro escándalo, y, por fín, se le acercó un doctor, suspirando y tendiendole la mano para saludarle, a lo que respondió el chico casi sin darse cuenta.

Ni siquiera se atrevía a preguntar, temiendo la respuesta del profesional, pero éste, sabiendo lo delicado del tema, le sonrió, dándole una palmada en la espalda a modo de tranquilizante.

- No se preocupe, no ha sido violada - la palabra era muy cruda, pero el chico agradeció que fuera tan claro - lo único, eso sí, ha sido el trauma que ha vivido.

Ella está sedada ahora mismo, necesita descansar ; su cuerpo ha sido llevado al extremo, y su mente, exhausta, ha estado a punto de entrar en un colapso... - respiró hondamente - pero, como ya le he dicho, sólo necesita cuidados, y descansar.

Si quiere, puede ir a verla, pero, por favor, no la despierte.

Dômyoji le miró como si le fuera a matar, pero sabía que sólo hacía su trabajo, así que asintió con la cabeza, y le siguió por los pasillos, hasta la misma puerta de la habitación donde habían confinado a la chica, y donde el doctor le dejó, despidiendose con un ligero movimiento de cabeza.

Amore Mío 6


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