Ron observaba con embeleso a Ginny.
Había descubierto la perfección de aquella mujer que encerraba el cuerpo de su hermana.
Sin remordimientos, se acercó a besarla, al ver cómo ella lo miraba ávida de más sexo.
Snape la dejó con suavidad en la hierba, mientras se ponía de pie y se dirigía hacia un haz de luz que se abría paso en medio de aquel claro.
Dejó a los dos jóvenes amantes, enfrascados en recorrerse la piel, y con hábiles gestos y pocos golpes de varita, hizo aparecer unos aparatos dignos de la inquisición muggle ; un potro con correas de cuero, una enorme cruz en forma de x, con cadenas y diversos agujeros estratégicos, y un trono de ébano ; era lo que conformaba una estampa que al observarla detenidamente, le excitó sobremanera, imaginando en su truculenta mente miles de cosas que hacer con la jovencita.
Ron mordía la piel de Ginny, que temblaba bajo el contacto de aquel hombre.
Aún teniendo la cabeza llena de deseos oscuros, se preguntaba algo asustada cómo sería la vida a partir de ahora si tenía que compartir techo con aquel chico ; jamás había imaginado que su hermano pudiera hacerle aquello... y la verdad esque le gustaba en demasía, pero, ¿en su propia casa? ¿Cómo deberían comportarse?
Se lo quedó mirando algo tímida, con la mano muerta sobre su pelo, imaginando con preocupación la cara de sus padres y sus hermanos si en algún descuido les descubrieran.
Ron alzó la vista, notándola extraña, y sus ojos claros como el cristal se cruzaron con los de ella, en los que la sombra de la duda bailaba.
Suspiró, comprendiendo que su hermana empezaba a sentirse perdida, y se acostó a su lado, susurrándole al oído con dulzura :
Tranquila... No pasa nada. Ha sucedido, y ya está. No va a pasar nada si no queremos... y siempre nos queda escaparnos y escondernos en algún lugar... – dijo con media sonrisa, mientras mordía aquella piel tierna.
Hmmmmff... - suspiró, con el calor recorriendo su vientre – Gracias... pero aún tengo miedo. Esto no debería estar pasando... -
¿Acaso quieres que pare? – la miró con los ojos abiertos en un gesto elocuente.
Ginny se mordió el labio inferior, sabiendo que no podía aguantar tenerle cerca sin poder probarlo, después de haber experimentado el placer que le podía ocasionar..
No... Sería un infierno, quiero poder tocarte, besarte, sentirte, gritar de placer con tu cuerpo encima de mí.... – le dijo esto con un intenso rubor en las mejillas.
Pues no te preocupes por nada más que por mí y por ti. Y por Snape, que sé que también te gusta.. – y se rió por lo bajo, volviendo a mordisquearla, mientras le pellizcaba los pezones suavemente.
Ginny sabía que aquello no era lo más lógico, y también pensaba en su amiga Hermione, a la que no quería hacer daño.....
Pero sabía que no quería bajo ningún concepto entregárselo sólo a ella, no era justo. Él la había elegido para saciar su sed, y ella quería ser egoísta, quedárselo, aprovechar hasta el último suspiro en que pudiera ser suyo...
Además, todos sabían que Hermione últimamente no le hacía casi ningún caso a Ron, y aunque entendía un poco los sentimientos de su amiga, dejó de comprenderla cuando ya apenas le daba vida a su querido hermano.
Así pues, cerró los ojos con fuerza, obligándose a olvidar todo aquello que le había cruzado por la mente, relajándose y sintiendo los dedos extraños que la recorrían torpemente.
Su cuerpo temblaba, estaba a solas con Ron, y se sentía mucho más extraña que cuando Snape les dirigía diestramente.
Acercó su frente a la de Ron, respirando al compás del chico, y jugó con sus labios, rozándoselos suavemente, sin besarle siquiera ; se conformaba con jugar al gato y al ratón, persiguiéndose mutuamente, abrazándose con fiereza, sin otro contacto sexual que el sentir cómo se rozaban, provocándoles cosquillas y ardientes deseos de acabar de una vez.
Ginny tragó saliva, intentando no dejarse llevar por los instintos acuciantes, que la obligaban a intentar sentarse a horcajadas sobre el chico y embestirle con todas sus fuerzas, como si pudiera tragar todo lo que la aguardaba.
El pelirrojo la miró con ojos endiablados, sonriendo pícaramente, y lamió con premura sus pechos, delineando con la lengua la curva de sus senos y sus pezones, erectos ante su cálido y húmedo contacto.
La mordió, arrebatándole un grito de dolor, y la herida del mordisco empezó a sangrar lentamente ; Ron siguió lamiéndola despacio, mientras que con un dedo avanzaba por su vientre hacia su húmedo sexo, que se estremeció al sentir la mano del hombre que iba a explorarla.
Con la yema de un dedo dibujó su sexo, lentamente, mientras ella se retorcía pidiendo cada vez más ; el chico hizo caso omiso, siguiendo su ruta.
Poco a poco fue acercándose a sus labios, separándolos sin fuerza para entretenerse en el botón que más placer le causaba.
La misma sensación que obtuvo cuando Snape resiguió aquella zona con su lengua la volvió a invadir ; y las lágrimas brotaban de sus ojos casi sin ella darse cuenta, que respiraba con fuerza mientras arqueaba su espalda, sintiendo cómo algo parecido a un relámpago la recorría de pies a cabeza, en oleadas cada vez más intensas. Sus mejillas ardían, y su piel sudorosa casi podía gritar al cielo, temblando ostentosamente, y sólo sintiendo sus dedos allí abajo.
¿Habrá algo que me haga sentir algo más intenso? – se preguntaba, clavando las uñas en la espalda de su amante.
Ron la dejó en aquel momento, cuando sabía que estaba a punto de llegar al clímax, y, sonriendo otra vez como si de un demonio se tratase, volvió a morderla, aunque esta vez más suavemente.
La herida le había dejado de sangrar casi al instante, no era demasiado profunda, sino más bien un rasguño, pero el cómo lo hizo fue lo que la asustó. Y ahora todo estaba bien.
Él acarició con su mano aquella entrada a su mundo, sabiendo cuánto la estaba haciendo esperar, y metió de un golpe uno de sus dedos, en forma de garfio, para poder darle mucho más placer del que se esperaba. Siguió así un rato, hasta que pensó que ya era bastante, y siguió metiéndole un dedo, y después otro, y otro.... Hasta que ya llevaba cuatro de los cinco que tenía en su mano.
Empapados de jugo, se deslizaban sin problemas en su interior, arrancándole gemidos y aullidos. Ron sonreía juguetonamente, y dirigió su cabeza hacia allí abajo, para poder besar sin ningún pudor donde Snape antes también se había sumergido.
Con la punta de la lengua rozó aquella zona tan sensible, haciendo que Ginny gritara de forma especial ; sus piernas temblaban, y casi podía asegurar que no podía ni sostenerlas en pie.
Lamió suavemente, mientras introducía con cuidado el último dedo que le quedaba libre, sintiendo los dedos de Ginny como garfios sobre su cabeza, agarrándose de sus cabellos como si eso le diera fuerzas para proseguir.
Movía con cuidado el puño, sacándolo y metiéndoselo con cuidado para no hacerle daño, mientras la miraba en fugaces miradas, para poder ver aquella carita tan endiabladamente sexy que tanto le excitaba. Y pensar que aquello se lo producía él, su hermano... Y que la podría tener a su lado a cualquier hora del día....
Miles de imágenes le revoloteaban por la cabeza, haciendo que su pene latiera con ansias de acabar ya con el trabajo. La perspectiva de tenerla en casi cualquier momento y poder hacerle absolutamente de todo lo anonadaba, y se sintió muy feliz en aquel momento al sentirla gritar su nombre rompiendo el silencio, gritar su nombre una y otra vez, hasta que los gemidos se volvieron roncos.
Saboreó el orgasmo de la chica, que le dejó un regusto algo metálico, y se lamió los labios, con ganas de volver a por más.
Ni siquiera daba cuenta de Severus, que los observaba con los ojos brillantes de deseo desde donde estaba, y que echó a andar hacia ellos, preparado para dar más guerra.
Snape fue a buscarlos, sabiendo que seria inútil llamarles, y cogiendo a Ginny en sus brazos, que no dejaba de besar libidinosamente a Ron, la llevó hasta el potro, donde la sentó de un golpe, arrancándole un gemido de dolor y placer al sentir el contacto de su húmedo sexo con el firme cuero.
Ginny estaba a punto, preparada para tenerlos dentro de ella ; estaba ansiosa por gozar otra vez de las emociones ondulantes de aquellos cuerpos, y gemía lastimeramente mientras se frotaba contra aquella tortura.
Snape atrapó los tobillos de la chica en las correas, mientras Ron hacía lo mismo con sus muñecas.
Apretaron lo justo para que no sufriera molestas heridas y pudiera moverse con relativa libertad, y se abalanzaron sobre ella, dirigiendo aquel cuerpo como si fuera una muñeca.
Ron, tras besarla juguetonamente, le ofreció su sexo, enhiesto, que Ginny lamió lentamente, tratando de jugar a ponerlo lo mas caliente posible ; cosa que no le salió demasiado bien en aquellas circunstancias, pues Ron atrapó su cabecita con sus manos y le hundió de golpe su enorme falo, con un gran gemido ronco de su parte.
Empujaba suavemente, mostrándole el camino que le llevaba directamente al éxtasis, y la muchacha, aunque un poco sorprendida al principio, sintió una terrible oleada que le invadió completamente, su sexo latía con fuerza clamando sentir la hombría de su profesor, que algo maquinaba a sus espaldas.
Ginny absorbía habilidosamente aquel trozo de carne que tanto la había sorprendido, mientras frotaba su cuerpo sudoroso, ofreciendo lo que quedaba de ella por ensartar al profesor, que se acercó a ella con algo en la mano.
Un líquido frió y aceitoso cubrió su frágil cuerpo, que respondió con un escalofrío ; Snape acerco su pecho a la espalda cubierta de aceite de Ginny, frotándose suavemente mientras lamía su cuello y el lóbulo de su oreja.
- ¡¡Ahhh!! - Ginny se retorció bajo su peso y sus labios. - ¡¡Métemela YA!! - le gritó, sin reconocerse a sí misma, deseosa de aquel pene enorme y duro.
- Jejejejeje.. Vaya, señorita Weasley... Qué hambre tenemos.... - le respondió Snape, sin hacerle caso y recorriendo su cuerpo con la lengua y la yema de sus dedos.
- ¡¡Calla y come!! - le espetó Ron con una voz gutural, hundiendo su pene en su boca otra vez, y moviendo sus caderas rítmicamente, apresando entre sus manos la cabeza de Ginny para que no se volviera a escapar.
Snape seguía lamiendo los recovecos de la joven, que estaba a punto de explotar.
Ardía, se consumía, y no podía hacer nada por evitarlo, hacían lo que querían con ella, y aunque estaba ofuscada por no atenderla cuando ella quería, le gustaba esa sensación por otro lado ; sentirse dominada, y encima por dos hombres que bien sabían lo que debían hacer...
Cerró los ojos, concentrándose en Ron, que seguía a su ritmo, mientras Snape seguía poniéndola a mil.
- Seeveruuus... - gemía como podía Ginny, tratando de dar lastima al hombre que la mortificaba, mientras Ron seguía a lo suyo, a lo que él la respondió acercando sus dedos a su sexo, introduciéndole uno al principio, y dos mas después, cuando la notó lo suficientemente húmeda.
Ella lloraba de gusto, feliz al sentirles a los dos, excitándose con el sonido que producían al jugar, y los gemidos de Ron que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.
Lo sabia porque sentía cómo su sexo latía cada vez con mas fuerza dentro de su boca, y cómo él se contraía ligeramente hacia sí, respirando cada vez mas rápido. La espera de aquello la ponía aún más, y hacía que lo engullera con mas ansias, deseando oír el gemido de placer de Ron.
Severus seguía jugando con sus dedos en sus entrañas, mientras se tocaba a sí mismo, estaba realmente a punto de correrse, y paró durante un instante para llenar el trasero de Ginny de aceite. Jugueteó primero con la punta de su pene erecto, entrando y saliendo poco a poco, preparándola para la ensartada.
Sabía que aunque lo deseaba, tenía algo de miedo, pues al principio siempre era algo doloroso, e intentó no ser demasiado brusco, aunque bien lo deseaba ; dejar de pensar y embutirla, manejándola como quisiera y casi rompiéndola.
En un momento dado, no volvió a sacarla de su interior, sino que fue penetrándola lentamente, sintiendo el nerviosismo de ella, que aguantó la respiración por un instante, temblando.
Suavemente se movió acompasadamente, y enseguida se dió ella por vencida, saboreando el orgasmo de Ron, que aguantando su cabeza para que no se separara, hizo que se tragara todo lo que él llevaba dentro.
Snape en cambio duró un poco mas, pues paraba en ocasiones, cortándole el orgasmo a Ginny, que gemía frustrada, el reía jocosamente y seguía moviéndose acompasadamente, jugando a dejarla cercana al éxtasis y a arrebatárselo en el último suspiro.
Cuando decidió que ya era hora de acabar con la tortura, la embistió salvajemente, más y más fuerte, tirando su cuerpo sobre el potro ; su cara sobre el cuero mojado y él con sus manos en sus caderas, agarrándola con fuerza y separando la carne de sus posaderas para poder penetrarla mejor.
Ella gritó, sintiendo como casi la rompían, con los ojos llorosos y entrecerrados, con oleadas de calor que la invadían salvajemente, cada vez con más fuerza, hasta que su orgasmo también llegó, seguido del de Severus, que se dejó caer sobre ella, respirando entrecortadamente y besándola.
Sus gritos rompían el silencio de la noche, y miradas escondidas los observaban desde los matorrales, callados y ansiosos de participar en aquel festín, pero sin atreverse a salir de sus escondites.
Descansaron por un tiempo, Ginny creía que ya habían acabado con ella, pero, cuán equivocada estaba...
Capítulo 11 Remordimientos
No hay comentarios:
Publicar un comentario