miércoles, 1 de agosto de 2012

Amore mío 9



Tsukasa, que se había quedado helado tras despertarse de su atontamiento y recordar lo que había sucedido, salió como un cohete de la habitación, dispuesto a encontrar a SU Makino y pedirle explicaciones a su hermana... o pegarle un buen mordisco.

- ¿Dónde se habrá metido... ? - miraba de un lado a otro, abriendo puertas y cerrandolas de un portazo al comprobar que ella no estaba alí dentro.

Andaba desesperado, sintiendo un pavor irracional a que ella estuviese sola.

- ¡Maldita Tsubaki! - pegó un puñetazo en la pared, y se quedó por un momento en absoluto silencio, buscando algún indicio, algo, con el que saber dónde estaba la chica.

Bruscamente, alzó la cabeza, sin dejar de mirar hacia una dirección en concreto ; le había latido un presentimiento, y estaba seguro de que sabía dónde encontrarla.

Sin apartar la vista ni dejar de escuchar, caminó dando grandes zancadas, olisqueando el aire ; un aroma a jabón y aire caliente le hacía cosquillas suavemente, y así supo que iba en dirección correcta.

Tras recorrer un amplio pasillo y desviarse en algunos momentos, dió con la maldita puerta tras la cual estaba ella.

Picó con los nudillos al princpio, preguntando si había alguien para no mostrarse demasiado bruto, pero, al no obtener respuesta, mandó al cuerno todas las delicadezas, y entró en la habitación sin más, siendo atacado al instante por una densa vaharada de vapor, que lo dejó sin aliento por unos segundos.

Con movimientos de la mano intentando apartar de su campo de visión aquél vapor, siguió caminando, de pronto desconcertado al no recordar exactamente en qué habitación estaba.

Tan desorientado estaba, que cayó de bruces en el agua, empapandose totalmente y despertando a la chica, que hasta ese momento había estado dormida.

- ¡MALDITA SEA! - maldijo Tsukasa, poniendose de pie a disgusto e intentando salir de allí.

Entonces, la vió, y se quedó completamente paralizado.

- E.. ¿estás bien?.. ¿qué haces aquí?... - le preguntó, tragando saliva y sin atreverse a acercarse a ella, no fuera que no pudiera resistirse al hambre que le había asaltado de golpe.

- Yo... Tu hermana... - balbucía, con los ojos entrecerrados. Intentó ponerse en pie, pero lo que más pudo hacer es caer sobre Tsukasa una vez en pie ; se sentía debil y no podía guardar el equilibrio.

- Mujer estúpida! ¿ No te das cuenta de que has estado demasiado tiempo dentro del agua? Tsks! - gruñó Tsukasa, aunque se sentía feliz porque ahora tenía una excusa para llevarla en brazos hasta su habitación. - Ven aquí... - dijo, cogiendola y apoyandola contra sí, saliendo a toda prisa de aquella bañera y de la habitación, que ya lo estaba ahogando con tanto vaporcillo.

- Cuando encuentre a mi hermano, la mato.. lo juro... - sentenció, pegándole ojeadas a Makino, que seguía medio consciente y se aferraba a Tsukasa, rodeandole con un brazo por la espalda y apoyando la mano en su pecho.

Cruzó la primera puerta donde recordaba vagamente que podía haber una cama, y, en efecto, descubrió una de tantas habitaciones en desuso, en la que escondió a la chica, dejándola sobre el mullido colchón e intentando arrebujarla como podía con las ropas de cama.

Se acercó hasta la puerta de entrada, y cerró con pestillo para más seguridad ; no le apetecía en absoluto que los pudieran interrumpir... por su cabeza retorcida cruzaron una serie de flashes, pero se dió un buen par de golpes con el dorso de la mano para intentar sacarselos de la cabeza.

- Tranquilo... - intentó autodisciplinarse, y volvió a la cama, al lado de Makino.

Se desnudó completamente, y se metió en la cama junto a ella, sin siquiera mirarla... a pesar de que era peor el remedio que la enfermedad.


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