miércoles, 1 de agosto de 2012

Un regalito


Ginny observaba con curiosidad al profesor Snape, que parecía ensimismado en sus recuerdos.

Su cara ya no mostraba sólo indiferencia y frialdad, sinó que se mostraba más humano ; se sintió halagada al ver esa desconocida faceta.

La mortecina luz de la luna llena iluminaba tenuemente su faz ; entre las sombras se dibujaba un rostro aguileño que en verdad resultaba muy sugerente y atractivo.

Sus labios eran finos y levemente rojizos, por los que notaba cómo escapaba entre suspiros cortos el aire que respiraba.

La toga, de suave terciopelo, tenía leves toques escarlata, bordeada con hilo negro muy brillante, a la vez discreto pero llamativo. Incluso Snape sabía vestirse para una ocasión señalada con sus mejores atuendos, aunque no le llamase demasiado la atención dedicarse tiempo a sí mismo.

Ginny no podía dejar de observarle, y se preguntaba porqué la había llevado a ese lugar tan apartado de miradas indiscretas.

"¡¡Un momento!!" – pensó alarmada – "¿Y si no ES el profesor Snape? ¿Y si es algún mortífago que puede tomar la forma de cualquier cosa que deseara? "

No había caído en la cuenta de aquello hasta ese momento, en el que empezó a asustarse realmente. No le apetecía para nada ser el banquete de alguien que podía torturarla durante horas antes de matarla ; no quería ser la causante de más sufrimientos...

No quería que las personas por las que sentía amor lloraran sangre por ella.....

Aunque, quien sabe, tal vez no la recordarían más de dos días. Quizás ni siquiera se darían cuenta de su ausencia.......

Sus pensamientos volvieron a ser tan negros como habitualmente eran

Sentía muchas ganas de gritar, y en su garganta se entrecerraban unos dedos que casi la dejaban sin respiración.

Se apoyó en el tocón del árbol para levantarse, y fue entonces cuando Snape, veloz, se abalanzó sobre ella, cortándole la retirada.

Sus fuertes manos se apoyaron en el árbol, que estaba cortado a poco más de dos cabezas de las suyas.

Ginny se olvidó de golpe de todo el pesar que la estaba abrumando, lo único que veía eran los ojos de Snape, que brillaban de un modo muy extraño.

Su cuerpo se llenó de escalofríos, que recorrían su ser una y otra vez, mientras su pecho respiraba agitadamente al sentir la proximidad de aquel cuerpo, que rezumaba calor por todos sus poros.

Señorita Weasley, ¿adónde pretendía ir? – le susurró con aquella voz ronca.

Ginny se había quedado sin habla. El temor que inspiraba Snape se había entrelazado con una nueva sensación, que la hacía vibrar ; notaba cómo unas intensas cosquillitas la recorrían, y no cesaban a pesar de que ella intentaba sobreponerse a esa sensación, que rallaba la indecencia.

¿Se le ha comido la lengua el gato... señorita Weasley? – volvió a preguntar Snape, mientras se le acercaba aún más.

Ginny tragó saliva, lo tenía a pocos milímetros de ella, incluso le rozaba la nariz con la suya... Sabía que estaba temblando, pero su cuerpo ya no le respondía, seguía sus propios instintos mientras ella se negaba a aquello.

Sus pupilas azules seguían hechizadas por los negros ojos de aquel hombre, que la miraba casi sin pestañear, con los ojos entornados.

Se acercó mucho más a ella, apoyando el codo en el árbol, haciendo que a Ginny se le parase la respiración de golpe.

El aliento de Snape acariciaba sus mejillas y su boca, haciéndole cosquillas. Inconscientemente entreabrió los labios, respirando entrecortadamente, deseando que él la besara y a lo que Snape respondió sin dudar, acercándose a ella lentamente, y besándola con súbita dulzura.

Fue un beso corto, un leve roce, pero que causó en ella un torrente de sensaciones extremadamente agradables. Sus mejillas enrojecidas ardían, como el resto de su piel.

Snape se separó por unos instantes de la muchacha, a la que susurró mientras la miraba fijamente:

No llores... no lo merecen.... –

Se pasó la lengua por los labios, fugazmente, a lo que Ginny respondió inconscientemente mordiéndose los suyos. Estuvo tentada de lanzarse a besarlo, pero tenía tanto miedo que se quedó allí clavada, apoyándose en la madera.

Snape pasó su brazo por la cintura de la chica, atrayéndola hacia sí, Ginny sintió cómo se mareaba ; el mundo daba vueltas y ella ardía, deseosa de sentir a Snape tan próximo como fuera posible, como si sus cuerpos pudieran fundirse.

Se ruborizó salvajemente al pensar en ello, y sentía cómo su corazón trotaba como un loco en su pecho, incluso le dolía del terror con que latía ; mientras, Snape la había acercado a su ser, abrazándola con fuerza.

Acercó sus labios a su cuello, besándola lentamente, mientras ella cerraba los ojos angustiada, y se agarraba a su espalda con ansias.

Snape hizo caso omiso de aquel gesto, y continuo con la exploración de aquel joven cuerpo, que justo en ese momento empezaba a convertirse en el de una mujer.

Mordisqueó lentamente su cuello y su oreja, que resiguió con la punta de su lengua, mientras Ginny se acurrucaba entre los brazos de Snape, sintiendo cómo se deshacía por el placer, que continuaba martilleando su cuerpo con fruición.

Ni en sus sueños más salvajes había imaginado aquello, no podía creer que Snape, el profesor al que todos odiaban por el simple hecho de que él mismo procuraba hacerse aborrecible, estuviera ahora con ella, mostrando su hombría.

Parecía imposible que la hubiera elegido a ella para amarla como a una mujer ; y aún así, allí estaban, juntos, en la soledad de aquel inmenso y perturbador bosque, dejándose llevar por la gula que sus cuerpos experimentaban.

El robusto brazo de Snape la apretaba con fuerza contra sí, haciendo que ella notase cuán duro se había puesto su sexo, que pugnaba por ser liberado, el hombre empezaba a sentir un punzante dolor, pero hizo caso omiso de su cuerpo, refugiándose en el de ella, que ahora temblaba voluptuosamente al experimentar un intenso orgasmo.

A Ginny se le llenaron los ojos de lágrimas ardientes ; su cuerpo se había derretido al sentir los suaves labios de Snape vagar por su cuello, e imaginando lo que sería capaz de hacer con su joven cuerpo ; notó cómo su sexo ardía, latiendo al sentir cómo se apretaba el hombre a sí misma, dándose cuenta de que él también la deseaba.

Ya sabía lo que iba a encontrarse, no era una niña inocente, pero temía el momento y sufría, porque jamás había hecho nada parecido, y a todas luces Snape era todo un experto y la superaría en aquel aspecto. Él era un hombre, y ella, sólo una chiquilla.

Después de todo, siempre había imaginado que se entregaría a Harry, por el cual siempre había guardado un sentimiento muy profundo. Sin embargo, en ese momento, sólo deseaba que Snape la hiciera suya. Quería sentir cómo la poseía aquel hombre, del que adivinaba iba a ser un gran amante.

Continuaba asustada, pero le gustaba tanto que era imposible deshacerse de su abrazo, así que lo estrechó con más fuerza y buscó con sus labios los de Snape, que pareció sorprenderse de la reacción de la chiquilla.

La respondió al momento, besándola intensamente, mientras que con la mano libre seguía jugando con su pelo rojizo, como lo había hecho anteriormente.

Sus labios se unían en besos cada vez más lujuriosos, jugando con las lenguas, inquietas.

Se mordisqueaban y lamían, como si quisieran comerse, y sus cuerpos se frotaban, buscando unir su piel cálida.

Snape dejó libre su melena, y fue acariciando suavemente su cuerpo, resiguiendo sus curvas.

Ginny sentía su cuerpo ardiendo, y deseaba que Snape la desnudara e hiciera lo que quisiera con ella. Se había adueñado de ella una espiral de sensaciones que hacía que su cuerpo estallara de placer. Nunca había imaginado que alguien pudiera hacer que se sintiera de aquel modo, y mucho menos el propio Snape, que la estaba sorprendiendo a cada momento.

"¡¡Ah!!... S... Snaaaaaape!!! – gimió Ginny, tragando saliva con fuerza mientras lloriqueaba.

Snape se excitó aún más al oír la sugerente voz de la fémina, suave y golosa.

Acarició la pierna de Ginny, y fue siguiendo su piel por debajo de la ropa, acercándose peligrosamente a su muslo terso y suave.

Snape recordó el momento en que vió a Ginny correr desesperada, sin rumbo.

El vestido que llevaba, de suave tela, era excesivamente vaporoso, así que insinuaba sus incipientes formas de mujer. A la altura de la cadera llevaba unos pequeños prendedores, que unía el vestido, dejando entrever sus piernas largas y suaves. Dejaba un amplio escote en la espalda, pues el vestido se unía sólo por unas finas tiras que entrelazaba en su nuca.

Y el pelo, suelto, acariciaba su espalda desnuda.

Aún así, estuvo toda la noche sola. Había llegado acompañada de Colin Creevey, el molesto fotógrafo de Gryffindor que en su primer año cayó víctima del basilisco....

En ocasiones deseaba que se hubiera quedado por más tiempo petrificado, pues no dejaba de meterse en medio SIEMPRE, con su maldita cámara y su maldita curiosidad, y sobretodo, con su maldito don de la inoportunidad...

Y en esa noche se mostró otra vez inoportuno, dejando sola a la muchacha.
No era que le importara realmente, al menos al principio, pero cuando la vió correr desesperanzada, con su rojo cabello ondeando al viento, dejando una estela de suave aroma a jazmines y a cerezo blanco.... Le recordó tanto a Lily... Y algo en su interior dio un brinco.

Así que no pudo hacer menos que seguirla.

En su carrera por los pasillos, Ginny no se dio cuenta de quién la seguí, ni de si suscitaba miradas divertidas o inquietas. Así pues, no atinó a ver cómo Draco, el odioso Slytherin que tantos sinsabores había causado, había visto partes de su cuerpo que ni se preocupaba por ocultar ; su vestido era demasiado transparente, y con la luz adecuada, como también adivinó Snape, se podía observar más de lo que a la chiquilla le hubiese gustado, siempre y cuando esos ojos estuvieran acostumbrados a observar con intenciones realmente libidinosas.

Draco se separó de la chica con la que estaba, preguntándose qué demonios hacía una Weasley corriendo apurada y al profesor de Slytherin persiguiéndola.

- "¡¡Ah!! ¡¡Seguro que querrá imponerle un castigo!! " – pensó divertido – "¡¡Esto no me lo pierdo!! Jajajajaja, malditos Gryffindors, ¡¡esta vez van a morder el polvo!! "–

Se levantó con intención de seguirles, pero la chica le agarró del brazo, mirándole con mala cara.

¿Dónde narices te crees que vas? ¡¿Me vas a dejar aquí sola?! – le espetó la chica, que realmente era muy guapa. Lo miraba con sus castaños ojos, medio enfadada medio suplicante ; Draco estaba a punto de darle lo que deseaba, pero se había parado en seco, y eso la había dejado con el cuerpo caliente y muy deseosa de algo más que caricias.

¡¡Suéltame!! ¿Qué crees que estás haciendo tocándome? ¡¡Qué ASCO!! ¡¡Sólo puedes tocarme cuando yo quiera!! ¿Te enteras, niñata? – y le dedicó una mirada agresiva, cargada de rabia - ¡¡Vete con quien quieras, pero a mí ya me estás dejando en paz!! – soltó casi con un ladrido, y se levantó para seguir a Snape y a Ginny, mientras la chica soltaba un sollozo lleno de rabia y tristeza.


Capítulo 05 Cho

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